viernes, 21 de noviembre de 2014

Yearning

Hace exactamente una semana partía rumbo a Copenhague a una competencia de danza.
Casi no dormí porque una combi pasaba a buscarme muy temprano y porque temía quedarme dormida... aunque no voy a menospreciar el papel de la emoción y los nervios. Me venía preparando hacía mucho.
Copenhague me recibió como las 3 últimas veces que estuve allí: nublado y lloviznando. Pero quise salir a caminar por la ciudad y hacer tiempo hasta las 14 en que me encontraba con mi "hermano danés" que me iba a prestar su bolsa de dormir y me iba a llevar hasta el Centro deportivo en auto.
Así fue, y ni bien llegué tiré mis bártulos en la sala y me fui al primer taller. Allí había una mujer muy simpática que cuando terminamos la clase, y yo estaba entre decepcionada y con cara de famélica porque el restaurant estaba cerrado se indignó: "No puede ser! vos venís de París y debés estar cansada. Mañana competís, así que es importante que comas bien, que te des un buen baño y que te relajes en una buena cama. Venite a mi casa". Y me fui con ella. Entre cena y vino nos contamos lo que era la danza para nosotras. Ella es profesora hace años y escribió un libro sobre danza del vientre, y yo muy desfachatada y alegremente animada por el vino, le pedí una copia y como si fuera poco pedir, también una dedicatoria. Es hermosa. Ella, su historia, la razón que nos encontraba y de resultas, así fue la dedicatoria.
Al día siguiente, desayunamos y fuimos al segundo taller de danzas Gitanas. Precioso, disfruté, aprendí, disfruté, bailé. Terminado el taller me fui corriendo a prepararme para la competencia. Muchas chicas, muchas mujeres, mucha corrida, colores, brillos. Yo cada 5 minutos me rociaba un shibré. Una bailarina que se  maquillaba al lado mío me mira y yo le digo "There's no such thing as too much glitter" y ella, muy al estilo Marlene Dietrich me contesta "Too much? I'm sorry, I don't know that word". 
Voy a ahorrarles los detalles de mis piernas temblorosas cuando salí a escena por primera vez sola. Había bailado en escenarios, pero nunca sola. Y voy a ahorrarles otros detalles de este día, sólo voy a decirles que pasé a la ronda de finales, porque no quiero que lleguen agotados para el día siguiente.
La noche la pasé en el centro practicando danés con las chicas que también se quedaron. La mañana del domingo fue de taller y para el mediodía empezaba otra vez ese hermoso ritual del "antes de escena" que toda bailarina disfruta casi tanto como el salir a bailar.
Y justo antes de salir pensé en la primera vez que bailé, en mi primera profesora, en mi profe AMBAR con la que he estado los últimos 6-7 años y de quien tanto tanto he aprendido. Pensé en mi familia, alentándome a que me inscriba, pensé en todos los mensajes de mis amigos que me llegaban desde el otro lado del Atlántico, pensé en mis armenios reunidos para desearme suerte. Y todas las emociones que se suscitaban se fueron entreverando de a poco hasta generar ese "yearning" ese deseo profundo, que quema desde adeentro y clama por salir.
Puse mi primer pié en escenario y todo vino a mí para la improvisación con derbake en vivo Y después, después salí a hacer ese número, yearning que tantas veces ensayé como si fuera la primera o quizás la última vez que lo bailaba. Estaba yo en el centro de una escena que yo había iido a buscar, era mía, era la coreografía de mi vida con todas las marcas que llevo. Mis piernas, más firmes que nunca, dieron cada paso sin temor a llevar hasta el final. Y la reverencia para despedirme agradecida de haber podido bailar.
Cuando bajé del escenario, dos mujeres con lágrimas en los ojos se acercaron para decirme "Estuviste hermosa, realmente me emocioné. Casi lloro" otra mujer, bailarina me muestra su brazo y me dice "Mirá mi brazo, teng piel de gallina de la emoción". Más tarde una de las jurados me felicitó por mi performance y en los comentarios dijo "I really saw yearning in your dance. Stunning". Y otra chica de entre el público, con los ojos brillosos y la voz quebrada ce acercó para decirme "Me conmovió tu performance. Nunca dejes de bailar, por favor".

Creanme, yo fui a Copenhague a bailar y pasarla bien en una competencia de danza. Y gané. No gané ningún premio porque saqué el 4° lugar, pero gané.

Llegué a casa el lunes a mediodía, a mi Casa Armenia con toda mi emoción, con mi bolso lleno de purpurina y un libro nuevo que comienza diciendo:

"Para Debora, que baila su camino al corazón de la gente"

2 comentarios:

  1. Qué lindo lo que viviste! Felicitaciones! Es tan gratificante ver que lo que uno disfruta tanto llega a los demás, contagia. Me pasa con el teatro y con la fotografía, así que reconozco el disfrute desde ese lugar.
    De nuevo, felicitaciones y a seguir :)

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