lunes, 22 de septiembre de 2014

On my way

El viernes por la noche salí  a tomar algo con los argentinos de la Casa de Argentina.
Es curioso, cada vez que voy y encuentro a los argentinos de la Casa, me preguntan dónde estoy y cuando les digo que estoy en la Casa de Armenia, me miran con un poco de pena y me dicen "Bueno, pero fijate, capaz podés hablar con el director y en cuanto se haga un lugar acá te venís".
Yo los miro con cara de "No tengo idea de qué me estás hablando" y les pregunto por qué yo querría irme de la Casa Armenia cuando estoy  tan bien ahí.
El viernes salí con el grupo de argentinos. Fue raro, muy muy raro.
Déjenme decirles: hace un mes y medio que estoy viviendo en Paris, hablo prácticamente todo el día en francés (excepto los días que trabajo como baby-sitter, porque hablo en español con los hijos de una colombiana), en fin, estoy en Francia, hablando un idioma que apenas conozco, conviviendo con armenios que hablan en armenio y en todo este mes y medio, nunca, pero NUNCA me sentí tan extranjera como ese viernes a la noche con los argentinos.

Son esas cosas de la extimidad. Entiendo el código, digo, ese código cultural, la manera de entenderse, de hablar, de opinar, de gesticular de relacionarse. Lo entiendo. Pero por alguna razón el viernes me sentí muy ajena a eso, dépaysé. Entonces, recordé lo familiar de esa extraña sensación que venía sintiendo en los últimos años.
Se me volvió tan clara la imagen de por qué partí.
Terminé la cerveza y dije que me volvía a casa. Una par se  sumaron. Bajamos del colectivo a unas pocas cuadras de la Cité y cuando vi la Casa de Armenia me alegré de que esa salida terminara ahí. Ellos siguieron, yo les dije "Yo me quedo acá, esa es mi Casa". Los saludé, me saludaron, todo con bastante desapego. Me crucé de vereda. Y en cuanto marqué el código que abre la puerta de la Casa, supe que, aunque aún no tenga rumbo fijo, estoy encaminada.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Demasiadas preguntas

La semana pasada fue la inscripción administrativa a la Universidad y se suponía que esta semana empezaba la inscripción pedagógica, es decir, la inscripción a los cursos.
Como no me llegó ninguna info, fui directamente a la oficina de Master 2.

YO- Buen día, vengo para averiguar cómo hacer para inscribirme en el M2, porque no me ha llegado ninguna información.

EMPLEADA- Buen día, es el M2 de investigación?

YO-Sí.

EMPLEADA- La inscripción la hago yo desde aquí, pero todavía no tenemos información.Ni bien la tenga se la envío por mail.

YO- Ok, pero para tener una idea de los horarios?

EMPLEADA- Todavía no le sabría decir ni los horarios ni las aulas, todo eso se enviará por mail. De todas maneras, supongo que eso se sabrá antes del 23 que es la reunión, eso lo sabe, no?

YO- mmm no? reunión el 23? Dónde a qué hora? es aquí?

EMPLEADA- Ah, Madame, usted me hace demasiadas preguntas.

Así las cosas.
Cuando tenga un somera idea de cuándo, cómo y dónde empiezo a cursar, les contaré.
Mientras tanto hay que soportar la no respuesta... supongo

martes, 16 de septiembre de 2014

El zorrito

El 13, hizo exactamente un mes que llegué. Y hablando un poco de eso y de otras cosas, alguien me dijo "Il faut pas s'attacher", algo así como "no hay que aferrarse"... PS!! justo a mí. Y pensé tanto en el Principito... tanto, porque si no fuera por mis fuertes lazos, por todas esas veces que me procuré los lazos más fuertes que pude tener, jamás habría podido desear viajar, jamás habría podido partir, ni permanecer.

Así que esta vez, lo siento, pero va en francés y los que gusten lean el pasaje del Zorrito.

C’est alors qu’apparut le renard.
– Bonjour, dit le renard.
– Bonjour, répondit poliment le petit prince, qui se retourna mais ne vit rien.
– Je suis là, dit la voix, sous le pommier.
– Qui es-tu ? dit le petit prince. Tu es bien joli…
– Je suis un renard, dit le renard.
– Viens jouer avec moi, lui proposa le petit prince. Je suis tellement triste…
– Je ne puis pas jouer avec toi, dit le renard. Je ne suis pas apprivoisé.
– Ah ! pardon, fit le petit prince.
Mais, après réflexion, il ajouta :
– Qu’est-ce que signifie « apprivoiser » ?
(...)
– C’est une chose trop oubliée, dit le renard. Ça signifie « créer des liens… »
– Créer des liens ?
– Bien sûr, dit le renard. Tu n’es encore pour moi qu’un petit garçon tout semblable à cent mille petits garçons. Et je n’ai pas besoin de toi. Et tu n’as pas besoin de moi non plus. Je ne suis pour toi qu’un renard semblable à cent mille renards. Mais, si tu m’apprivoises, nous aurons besoin l’un de l’autre. Tu seras pour moi unique au monde. Je serai pour toi unique au monde…
(...)
Mais le renard revint à son idée :
– Ma vie est monotone. Je chasse les poules, les hommes me chassent. Toutes les poules se ressemblent, et tous les hommes se ressemblent. Je m’ennuie donc un peu. Mais, si tu
m’apprivoises, ma vie sera comme ensoleillée. Je connaîtrai un bruit de pas qui sera différent de tous les autres. Les autres pas me font rentrer sous terre. Le tien m’appellera hors du terrier,
comme une musique. Et puis regarde ! Tu vois, là-bas, les champs de blé ? Je ne mange pas de pain. Le blé pour moi est inutile. Les champs de blé ne me rappellent rien. Et ça, c’est triste ! Mais tu as des cheveux couleur d’or. Alors ce sera merveilleux quand tu m’auras apprivoisé ! Le blé, qui est doré, me fera souvenir de toi. Et j’aimerai le bruit du vent dans le blé…
Le renard se tut et regarda longtemps le petit prince :
– S’il te plaît… apprivoise-moi ! dit-il.
(...)
– Que faut-il faire ? dit le petit prince.
– Il faut être très patient, répondit le renard. Tu t’assoiras d’abord un peu loin de moi, comme ça, dans l’herbe. Je te regarderai du coin de l’oeil et tu ne diras rien. Le langage est source de malentendus. Mais, chaque jour, tu pourras t’asseoir un peu plus près…
(...)
Ainsi le petit prince apprivoisa le renard. Et quand l’heure du départ fut proche :
– Ah ! dit le renard… Je pleurerai.
– C’est ta faute, dit le petit prince, je ne te souhaitais point de mal, mais tu as voulu que je t’apprivoise…
– Bien sûr, dit le renard.
– Mais tu vas pleurer ! dit le petit prince.
– Bien sûr, dit le renard.
– Alors tu n’y gagnes rien !
– J’y gagne, dit le renard, à cause de la couleur du blé.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Too big or Not too big... THAT is the question

Ah! Me había olvidado. Lo había guardado por ahí y lo olvidé.
Resulta que en una de las principales plazas del centro de Copenhague, había una campaña de lucha contra el SIDA. Y uno podía simplemente tomar de una gran carretilla unos condones. Eran todos iguales.
Obvio, yo me llevé uno. Cuando llego a casa lo miro:



Y entonces surge el dilema: "¿Los daneses son agrandados o tendría que haber ido a hacer mi maestría a Copenhague?"

martes, 9 de septiembre de 2014

Հայաստան

Cuando llegué a París, llegué agotada y, si bien estaba feliz y expectante de todo lo que pudiera venir, también sentía algo de miedo y algunas preguntas que interrumpían sólo momentáneamente mi felicidad, podían llegar a sonar en tono de duda.
Parada frente a la puerta de la Casa de Armenia, respiré hondo y, sin dudar, di ese paso que cruza el umbral.
Luego de las cuestiones administrativas, subí a dejar mis cosas en la habitación y fui a tomar un café con Mikaël, que me había acompañado hasta aquí. Fue bueno volver a verlo y acordamos en que veníamos bien cubriendo los cafés de las principales Capitales del mundo: New York, Buenos Aires, París.
Volví sobre mis pasos hacia mi nueva Casa, pensando que tal vez esta noche iba a dormirme  con cierta nostalgia, preguntándome si había tomado la decisión correcta. Subo las escaleras que me llevan a mi nuevo espacio y me encuentro con tres muchachitos. Los saludo y me doy cuenta que dos de ellos son idénticos. Uno saluda evasivamente, el otro se queda, pero saluda con cierta seria distancia. El más alto, se sonríe y me pregunta si soy armenia, "No, argentina"- "¿Sabés la Casa de quién es esta?" "Claro- respondí yo- de Armenia" Y al escucharme me di cuenta que no estaba tan perdida.
Fui a ordenar mis cosas y minutos más tarde, aún con seriedad, pero ya sin tanta distancia, uno de los idénticos me dice "Querés venir a cenar con nosotros?" "Sí, me encantaría"

Mi primera noche en La Casa de Armenia transcurrió en una cena en compañía de una gente excepcionalmente cálida. Allí estábamos, ellos tres y yo, charlando sobre Armenia y los armenios. Me sonreía por dentro al escuchar tantas similitudes con el el pueblo judío, pero no quise decirlo porque no quería estropear mi propia curiosidad al escucharlos. Las tristezas del pueblo las dejo para otro relato. Este relato es para contar sobre la alegría de encontrar cada noche en la cocina, un grupo de gente que dice "Traé tu plato" y comparte lo que tiene y lo que no tiene también.
En una serie de cuentos populares armenios, siempre terminan diciendo "Tres manzanas cayeron del cielo... ". Y he aquí como cierro mi relato:

"Tres manzanas cayeron del cielo: una para tí, mi amigo lector; otra para quien cuenta este relato; y otra para compartir con quienes te brindan una casa, cuando estás tan lejos de tu tierra" 


viernes, 5 de septiembre de 2014

Sobre el mito del olor a chivo de los franceses

Estoy de vuelta en París.
Déjenme decirles algo sobre aquel famoso mito de la baranda a chivo que tienen los franceses.
Sí, bueno, lo que es un mito acá es el desodorante... Quéhijosdepú!

jueves, 4 de septiembre de 2014

København

Finalmente llegué a Copenhague. Hacía mucho que no caminaba por las calles de Copenhague, porque en verdad el año pasado apenas si estuve unas horas.
Llegué a mediodía y ni bien bajé del tren dí una gran bocanada de aire fresco que me sacara el olor a catinga de la nariz y el lóbulo frontal.
Me puse a andar por el circuito tradicional hasta llegar a ella.

La ciudad está hermosa. Tiene un encanto particular. Adoro Copenhague. 
Finalmente, luego de andar unas cuantas horas, llego al consultorio de uno de los pocos analistas lacanianos que hay en Dinamarca (lo había contactado a principios de año y quedamos en conocernos cuando fuera allí). Charlamos de psicoanálisis, París, Dinamarca... 
Luego seguí rumbo a la casa Nickolass. Subte, un par de preguntas a transeúntes ocasionales y ya estaba allí. 
Nickolass vive con su novia de hace varios años. Son adorables. Como al día siguiente era sábado prometió llevarme a pasear por donde yo quisiera. Yo suelo hacer los circuitos turísticos por mí misma, pero s uno tiene la suerte de estar acompañada de un local, lo mejor es decir lo que le dije "La chinese checklist ya la tengo, ahora quiero que me lleves por los lugares de Copenhague que a vos te gustan, los que vos frecuentas".
Y así lo hicimos. Tomamos el botecito que va por los canales, luego fuimos a almorzar a uno de sus "salad bars" favoritos, de allí caminando por una zona que nos terminaba dejando en el Frederiksberg Have, un parque bello, que tiene un árbol que sirve como una especie de chupetómetro donde los niños simbólicamente dejar su chupete. 

De allí fuimos a uno de sus cafés favoritos y volvimos a casa. Cena, ducha y prestos para romper la noche copenhaguense. Es curioso encontrarse con ese muchachito de 14 años con el que conviví durante casi un año y compartir con él interminables charlas, verlo hecho un hombre, gentil, inteligente. Algo de eso devuelve cierta noción del tiempo.
Por la noche hicimos una recorrida por tres bares. Muy copados, al salir, casi a las 3 de la mañana del último bar estaba lloviendo a cántaros, pero el aroma a otoño fue gentil con la temperatura, aunque nos empapamos.
La pasé genial. Por la mañana siguiente, cuando tomaba el subte a aeropuerto, concluí que hice bien en partir.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Antes y después de Antes...

Todos los que hemos visto Antes del Amanecer y sus sagas, sabemos que hay un antes y un después que signará cualquier fantasía cada vez que tomemos un tren en Europa.

Viernes por la mañana, tomo el tren desde Herning. Me despido de Dorte en un largo adiós con la mirada.
Estoy expectante de algún vikingo de metro noventaypico. Hay varios, la mayoría.

Voy a mi asiento y la repuqueloremilrepa

Justo a mí me viene a tocar la Romaní con 5 pibe' colgado' y tufo a chivo al lado y la danesa obesa xenófoba enfrente que bufaba al menor movimiento de la Rom.


Silkeborg

Silkeborg es una ciudad preciosa con lagos, bosques mucho verde, mucho aire puro. Allí vive desde hace varios años mi gran amiga Dorte.
Nos une desde los 16 años una amistad que fue construyendo con pocas palabras. De paciencia inquebrantable, y palabra a palabra, paso a paso recorriendo las calles de Ringkøbing en verano, fui aprendiendo danés de un modo tal que, aunque a ustedes les cueste creerlo, me sonaba cálido.
Ella es danesa. Muy danesa en todos los aspectos que se pueda serlo: alta, rubia, ojos azules. Muy hermosa. Tranquila, ordenada. Su casa está impecable. Luminosa y con muebles de diseño. Uno jamás creería que allí hay tres niñas de entre 8 y 11 años.
Cuando empecé a pensar este proyecto y se lo conté, nunca dejó de apoyarme y cada vez que dudaba, pensaba en una frase que me dijo cuando se lo compartí por primera vez.
Me gusta estar en Silkeborg. Me recuerda de lo importante que son las palabras cuando a veces faltan, pero de lo fundamental que son los sentimientos para entenderse. Y así, sobran las palabras.


martes, 2 de septiembre de 2014

Ringkøbing

Viernes 29/08/14, 21.30hs. Llamo a una amiga de Dinamarca y le pregunto si puedo ir a pasar unos días.
Por supuesto que sí. Me va a ir a buscar al aeropuerto.
21.45hs. Compro el ticket.
22.55hs. La llamo para confirmar.

Sábado 30/08/14. 10.00. Tomo el avión París-Frankfurt-Billund.
Estuve todo el viaje pensando si hacía bien en irme. Pero la verdad tenía ganas de verlos y no quería estar sola por París toda la semana. Llego a Billund y veo el cartel que dice UDGANG (salida) y empiezo a sentirme como en casa. Salgo y veo a mi amiga.
Sí, esta es la salida.

Llegar a Ringkøbing siempre me da una buena sensación. Guardo muy buenos recuerdos porque los tuve y los elegí cuidadosamente.Camino por esas calles reconociéndola nuevamente.
Henriette vino con su marido y sus hijas desde Fyn para pasar el finde conmigo. A a noche fuimos a tomar algo y las calles estaban desiertas. Recordé, un poco, que también supe aburrirme mucho.
Al día siguiente, fuimos a la casa de John, novio de mi amiga y juntamos arándanos en el inmenso bosque que tiene en el campo.
El lunes fui a sorprender a mi otra familia. La alegría es mutua y se multiplica.
El martes estuve todo el día con Rita, estaba tan hermoso el día que comimos al aire libre, cerca del mar.
Hablar, estar, contar (con).
El miércoles por la mañana, mientras iba a encontrarme con mi amiga Dorte para pasar unos días con ella, pensé que el primer día de escuela, cuando conocí a Rita, mi profe de inglés, en la clase puso esta canción y era la primera vez que la escuchaba.
Y nuevamente partí a Silkeborg  esta vez, con esta canción vibrando en mis oídos... y en mí.

 

lunes, 1 de septiembre de 2014

Primer semana en Paris

Llegué a París un día 13 y me estaba esperando mi amigo Mikaël, alto, sonriente. Me tranquilizó verlo porque apenas uno llega a suelo extranjero las cosas que parecen simples se tornan un tanto complejas de resolver por el sólo hecho de que están en otro idioma, dichas de otra manera.
Nos tomamos el bus y aterrizamos a pocos metros de la Cité Universitaire, lugar privilegiado para pasar un año, si es que uno va a estudiar en París. Es un campus enorme, con casas de varios países para estudiantes. Yo había sido aceptada en la Casa Argentina y por el sistema de intercambios fui a parar a la Casa de Armenia (ya les contaré sobre los armenios), lo cual me pareció que podía ser una gran vuelta de tuerca y me empezó a gustar la idea.
Los primeros días son raros. No es como un viaje de placer donde uno tira las cosas en un placard y se va a buscar en el mapa el punto turístico más cercano para arrancar con la "chinese checklist" de lugares a visitar. No, es diferente. Uno siente que tiene que desarmar lo que trajo consigo y buscarle un lugar en el nuevo rincón donde deberá permanecer el próximo año. Le siguieron días de papeles, conseguir cuenta bancaria, celular... en fin.
Resuelto esto me puse a ver las posibilidades laborales, pero no puedo resolver nada hasta no tener los horarios de cursada y la universidad está cerrada hasta el 1° de Septiembre. Y no es que no haya nada que hacer en Paris, claro está, pero no podía hacer demasiado en lo que hace cuestiones concretas que hay que resolver.
Y decidí partir... nuevamente, porque creo que esto se ha convertido en algo que me caracteriza desde algún tiempo.