sábado, 4 de octubre de 2014

Shat lav

No quiero que piensen que no pienso en los que quiero.
Extraño, claro que extraño. Debo decir que no extraño tanto al país en sí.

Extraño a mi familia. Me brotan de repente unas intensas ganas de ver a mis sobrinos y darles un beso, uno de esos besos que nos damos donde nos pasamos la lengua por la cara y nos morimos del asco por el olor a baba y nos morimos de risa también.

Extraño a mis viejos.

Extraño levantar el teléfono y escuchar la voz de mis amigos, tomarme unos mates con ellos, saber de ellos.

Extraño a mis gatos  y sus caprichos.

Tengo ganas de verlos... a todos. Y si nos sirve de consuelo, en lo que va de este mes y medio tan lejos de ustedes, es que estoy bien. Muy bien.